Seguridad y violencias
Los intentos de secuestros de mujeres y unas instituciones impasibles
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El martes 19 de noviembre comenzó a circular información acerca de un intento de secuestro en la zona Dos de la capital de Guatemala. Pronto se supo que no había sido el único caso en las últimas semanas. Hay patrones que coinciden pero, a pesar de las denuncias públicas, las instituciones todavía no actúan de oficio.


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Sucedió a mediados de este año. Nueve de la noche. Una mujer —prefiere que no publiquemos su nombre— caminaba sobre la Quinta calle de la zona Uno, entre Sexta y Séptima avenida. Justo en la calle que separa la Casa Presidencial y el Palacio Nacional.

Un amigo la acompañaba a casa, después de cenar. Hablaban entretenidos, tranquilos. Era temprano, todavía había gente en la calle y se sentían seguros.

En un instante, escucharon el ruido de unas llantas que frenaban sobre el asfalto y se giraron. Detrás de ellos encontraron un vehículo subido a la banqueta.

Unos hombres adentro, pistola en mano, le ordenaron —solo a ella—, que se subiera en el carro.

Pero la mujer reaccionó rápido. Agarró del brazo a su amigo y corrieron en dirección opuesta. Entraron a un restaurante y ahí se quedaron.

Minutos después, mientras les contaban asustados a otras personas lo que había pasado, vieron el mismo carro pasar por la misma cuadra, buscándolos. No se detuvo.

A ella ya le habían contado casos similares. En el barrio de la Recolección, entre Segunda y Tercera avenida de la zona Uno, algunas vecinas le hablaron de intentos de secuestro por el área. Y después de lo sucedido detrás de Casa Presidencial, le llegaron otros casos: “Luego de que yo lo comenté con otras personas, otras mujeres me dijeron que también se las habían intentado llevar. A una le pasó. Se la llevaron. La toquetearon toda pero no le robaron”, cuenta.

Durante esos segundos de nervios, miedo y frustración, ella consiguió sacar un único dato del vehículo. “En ese momento, o te quedás a tomar el dato o huís. Lo único que puedo decir es que fue un carro corinto y sedán”. Otras compañeras a las que les sucedió algo similar, a las que ella preguntó, también le hablaron de un vehículo color corinto. En otros casos, era uno blanco.

La de esta mujer no es la única historia que conocemos de primera mano.

Otra mujer cuenta un incidente que le sucedió el año pasado. No recuerda la fecha exacta, pero calcula que alrededor de abril de 2018. Caminaba sobre la Sexta avenida, a mediodía, despreocupada. Pensaba en lo que comería en el almuerzo antes de llegar a su trabajo.

Cuando llegó al Parque Jocotenango, por la tercera calle de la zona 2, un hombre que estaba dentro de un vehículo parqueado la llamó.

Ella, confiada se acercó, pensando que quizás lo conocía. Después de intercambiar un par de palabras, él le preguntó:

—¿No me reconoce verdad?

—No, disculpe. ¿Quién es usted, pues?

La respuesta del hombre fue abrir la puerta.

“No me puso cuchillo, pistola, ni nada, pero yo sentí que él me iba a jalar”. Su reacción inmediata fue apartarse y salir corriendo. Abrió la puerta de su trabajo y la cerró, rápidamente.

El último intento de secuestro, hasta donde se sabe, sucedió este martes, 19 de noviembre, a poca distancia del relato anterior. Se supo que un vehículo gris se detuvo a la par de una mujer que caminaba sobre la Simeón Cañas, a la altura del parque Jocotenango, en la entrada cercana a la calle Martí.

Le ordenaron que subiera, con la amenaza de que en otro vehículo había unos hombres con armas. Ella ignoró la advertencia. Corrió todo lo que pudo, hasta que se sintió segura y pudo llamar a una amiga.

Esto también pasó a mediodía.

Sin respuesta institucional

Por ahora, la respuesta de las instituciones no aporta muchas luces.

Consultamos por teléfono a Jorge Aguilar, vocero de la Policía Nacional Civil (PNC), si en la institución están al tanto de los señalamientos de mujeres estos días. La respuesta: sin denuncia, no pueden hacer nada.

“Al momento, no hay una denuncia formal de lo que está ocurriendo en este sector. Instamos a los ciudadanos a que se acerquen a Ministerio Público y a la Policía a denunciar este tipo de situaciones. En otras ocasiones, han publicado videos o algunas fotografías, pero hasta el momento solo es algo que está circulando por redes sociales. No se tiene información verídica, no hay nada sostenible”. Esa es la respuesta oficial.

El problema es que denunciar no es fácil. Primero, porque en una situación como la que vivieron estas mujeres, de terror y pánico, recordar información precisa sobre los vehículos o sobre las personas que estaban en su interior, que pueda ser de utilidad para identificarlos, es casi imposible. Algunas pueden identificar el color del carro, pero es complicado recordar la marca y el modelo. Mucho menos el número de placas.

Según los relatos que recopilamos, algunas personas hablan de un hombre blanco, de entre 30 y 35 años, con el pelo corto. Eso. Nada más.

Además, igual que en cualquier otra denuncia por violencias contra las mujeres, hay un componente crucial: el miedo.

En un sistema sin garantías, con unos índices de impunidad elevados en casos de agresiones y abusos machistas, son varias las mujeres que deciden no presentar una denuncia que pueda exponerlas a represalias.

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Muchas no confían en el sistema. Estos días, en varios círculos de mujeres se habló de la poca efectividad policial. Algunas aseguraban haber presentado denuncias por robos y asaltos, que nunca tuvieron respuesta policial.

Por ejemplo, la mujer del primer relato aseguró que habló con las patrullas cercanas a Casa Presidencial después de lo sucedido. Los agentes la refirieron a la Comisaría 11, la encargada del sector de zona Uno y zona Dos de la capital. Allí le dijeron que estarían pendientes y que patrullarían más el área. Le recomendaron plantear una denuncia en el Ministerio Público (MP), pero ella detuvo ahí el proceso.

“No fui al MP porque otras compañeras a las que les pasó lo mismo dijeron que fueron por gusto —nos contó—. Cuando vas, te piden casi que tengas el nombre de quién lo hizo. El sistema no funciona para ayudarte a ti. Cuando te preguntan si te recuerdas de la matrícula del carro y dices que no, te dicen sorprendidos: ‘¿Cómo así que no te diste cuenta?’. Yo había sufrido un asalto y cuando fui a poner la denuncia igual, casi que pedían el nombre del asaltante”.

Jorge Aguilar, de la PNC, aseguró que la Comisaría 11 realiza patrullajes para “prevenir cualquier situación anómala” y que, en el momento en que cuenten con una denuncia en firme, le darán “seguimiento a través de cámaras de videovigilancia y de información de las personas que pudieron haber presenciado el hecho”.

En la zona del Parque de Jocotenango, donde se dio al menos uno de los intentos de secuestro, hay varias cámaras. La de un gimnasio, por ejemplo, enfoca directamente el lugar donde sucedió el último de estos. A pocos metros, sobre una esquina, hay también un cartel de la municipalidad de Guatemala en el que se lee “Vecinos organizados para la seguridad del sector. Está siendo filmado. Barrio Jocotenango”.

Consultamos en la municipalidad, donde nos refirieron con Amílcar Montejo, vocero de la Policía Municipal de Tránsito (PMT). Montejo confirmó que en varios puntos de la zona Uno y la zona Dos existen cámaras del Ministerio de Gobernación, de alcaldías auxiliares, de la Municipalidad y de empresas privadas. Sin embargo, indicó que hasta la fecha, ni el Ministerio Público (MP) ni la Policía hicieron algún requerimiento de las grabaciones.

“No sabemos cuándo ni cómo sucedió eso que denuncian, ya que la instancia que recibe esas denuncias es PNC o MP. Vamos a guardar grabaciones de zona 1 y zona 2 por si en algún momento lo requieren, ya que no tenemos dato alguno. Ni fecha, ni hora, ni características. Nada de eso”, concluyó.

También hablamos con César Estrada, jefe de la Unidad contra secuestros del Ministerio Público, acerca de los intentos de secuestro y la solicitud de grabaciones. Esto respondió, escuetamente, vía Whatsapp: “Se sabe de una dinámica criminal, de robos. Ingresan a la persona al vehículo, le roban pertenencias luego las egresan del vehículo”.

Estrada confirmó que tiene conocimiento de que esta dinámica criminal está sucediendo en las zonas Uno y Dos. Sin embargo, añadió que no cuentan con datos de secuestro, al no existir denuncias.

Se le preguntó si, aunque no existieran denuncias, sabiendo que existen estos casos, solicitarán las grabaciones de las cámaras de las zonas. “Es parte de los procedimientos normales de investigación”, se limitó a responder.

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