Una entrevista con Alain Breton
El Rabinal Achi, la representación ritual del poder
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Mesoamérica cuenta con textos indígenas literarios e históricos de valor universal, y justamente su universalidad pasa por uno de los procesos más complejos y creativos en el tiempo, la traducción. En 2019 Sophos publicó una nueva edición del Rabinal Achi, y en esta entrevista conversamos a profundidad con su traductor, Alain Breton, quien se suma a una tradición francesa de traducción y análisis de textos de nuestra historia profunda.


El Rabinal Achi es un texto fundamental en la literatura mesoamericana. De un género muy particular del siglo XV, es, hasta el día de hoy, un texto profundamente político que, sin lugar a dudas, sigue dándonos luces del presente que vivimos, a la luz de esas palabras de los Rabinaleb de entonces y los de ahora, que aún presentan este drama dinástico en su comunidad. Alain Breton, antropólogo y etnohistoriador francés, tuvo un generoso encuentro con una de las copias manuscritas de este drama ritual, que se convirtió en la más reciente y acuciosa  traducción del texto, y que en esta entrevista nos habla de esa experiencia, de su relación con don José León Coloch -guardián del manuscrito y de la danza-, del género único al que pertenece la obra, del poder, del lenguaje y de la importancia del regreso de este libro editado por Sophos, a las librerías guatemaltecas

Normalmente en Centroamérica cuando hablamos del Rabinal Achi o lo pensamos hacia el teatro o lo pensamos hacia el concepto libro, pero es un producto cultural de una naturaleza muy particular, ¿cómo entender el Rabinal Achi en esa diversidad?

Claro que hay un aspecto teatral pero no es teatro, o si es teatro es como el teatro griego antiguo, que era sagrado. Pero para mí, primeramente, es un drama ritual, es decir, es un género que antiguamente era muy difundido, puesto que tenemos huellas en los cronistas de textos equivalentes de otros lugares, donde el guerrero enemigo era el chivo expiatorio que permitía realzar el poder del rey local. Era una manera maya de escribir la historia tal como la veían los gobernantes, y como decía el día de la presentación, hay una continuidad en eso con los mayas clásicos y los reyes sagrados de Petén, de Palenque, Tikal, Uaxactún donde hasta la arquitectura y distribución de las plazas, puertas y pasajes subterráneos era construida en referencia a recorridos rituales del rey, que desaparecía en la noche para aparecer en la puerta del templo el día siguiente, como una personificación del sol, por ejemplo. Entonces estos dramas guerreros, antagónicos, son un género en sí.

¿Tenían algún nombre en particular?

No se sabe como lo llamaban ellos. El otro título del Rabinal Achi es Xajoj Tun, es decir, el baile de las trompetas, y claro, no es Duke Ellington, sino trompetas largas de calabaza. Otro aspecto que participa del género es que el Rabinal Achi tiene una unidad de tiempo y de lugar, es decir que no es no es como el Popol Wuj o Los anales de los Kaqchikeles, que recomponen un texto a partir de textos más antiguos, orales, escritos, pictográficos seguramente; en el Popol Wuj, por ejemplo, hay un pasaje donde el escriba dice “yo veo” como si comentara un codex que tenía a la par, además encuentras varias temporalidades y varios espacios, temporalidad cosmogónica con la creación del mundo, después la lucha de los gemelos contra las potencias de la noche, después historia genealógica, etcétera. El Rabinal Achi no, es un lugar donde se desarrolla un pleito contra Quiché Achi, el enemigo, durante el pleito hay mímesis y diégesis, es decir que está el desarrollo mismo del tiempo, pero también está toda la memoria de los conflictos pasados, de las faltas que los de Rabinal reprochan a los quichés, pero dentro del proceso del litigio, y esta también es una definición del género que lo diferencia de los otros textos mayas de las tierras altas de Guatemala.

Aparte de Xajoj Tum, el baile del tum, no conozco otra palabra para describir este género. “Baile drama” es un término español que dio Brasseur de Bourbourg y Raynaud también lo retomó; yo hablo de “drama dinástico” porque realmente es toda la amenaza que los guerreros ponen ponen encima de la realeza y que al final del Rabinal Achi, es la realeza la que sobresale, la que gana. Y pues, hay que poner nombres a las cosas,  si no ¿cómo lo cuentas? Por ejemplo en una de las presentaciones del libro alguien preguntó sobre el término “rey”, rey para mí es una palabra neutral, cuando hablas de rey puedes hablar de varias formas de poder, de autoridad; puede ser la reina de Inglaterra, el rey de los locos, el rey de los payasos o Luis XIV, hay que nombrar las cosas. Finalmente al hablar de rey o de guerrero, no hago una proyección occidental, precisamente traté de evitar ese sistema de figuras guerrero-rey, para salir de la Edad Media occidental, pero también para salir de los mangas japoneses, donde también hay caballeros, samuráis, autoridades. Traté de evitar comparar otros modos, y de encontrar los nombres más neutrales posibles. Es la noción de ajaw, que es el rey como persona eminente, pero también es el presidente de la república, es la montaña, porque ahí están los ajaw que fueron sustituidos por los santos, y los santos son ajaw también, Cristo es ajaw también, y eso es magnífico porque hay sincretismo, claro que lo hay, pero la categoría de ajaw está capturando a las potencias exteriores, todo lo que es fuente de poder: los españoles, la iglesia, la cárcel, el hospital, el servicio militar, todo eso es ajaw. Y la otra categoría es la del mam, de abuelo -o de nieto, porque son términos recíprocos- esa es la dimensión totalmente autóctona de los ancestros. El ajaw es el dueño de la finca, la iglesia, todas las instituciones exteriores, el poder central, es visible, es lo que ves en las procesiones, el respeto que se debe a los jefes de las cofradías, el respeto a la ley es el respeto al ajaw. La parte oscura, escondida, es la dimensión mam. Y el Rabinal Achi sobrevivió gracias a esta clandestinidad de la dimensión mam, si no hubieran estos dos niveles de transparencia, de visibilidad, el Rabinal Achi no hubiera sobrevivido.

¿Este es el único texto que se conserva de este género?

Sí, es el único representante de este género, y por eso tiene un valor mucho más excepcional. Por ejemplo, en la tradición oral yo recogí relatos en Cubulco donde también los cubuleros estaban con otro guerrero quiché, u otra forma de la figura del Guerrero Quiché, porque son figuras, no sabemos si son personajes reales, históricos, son figuras: la del guerrero, la del rey, entonces la figura del guerrero es un personaje que siempre está en movilidad de permanente, siempre afuera, guerreando, controlando fronteras, conquistando. Por su parte,  el Rey, que es otra figura muy fuerte, la figura central del texto, él está sentado en su palacio, abrigado, no sufre del frio, del viento, ni nada, está en medio de su parafernalia, y es inmóvil, el único momento en el texto en que el Rey se desplaza, es cuando es llevado en brazos por el guerrero.

Tenemos una imagen del Rey como que es un mueble, y en los textos orales que hablan del origen del fuego en Rabinal  es igual, los ancestros llegaron, los Patzká, que es otro baile, llegan a Rabinal, viniendo de Jerusalén, dicen, en la noche, y estos Patzká se topan con la figura del Achi Ajaw, el Santísimo Sacramento del Altar, y el Achi Ajaw les pide de llevarlo hasta el altar mayor de la iglesia, lo que ningún otro grupo ha logrado, los Patzká lo lograron, y al ser sentado, llevado y sentado en altar mayor, ahí aparece el sol, aparecen las lluvias, etcétera. Entonces tenemos la misma configuración de los hombres que llevan el poder, lo llevan, es una carga. ¡Me encanta la imagen! (Risas)

De ahí que el Rabinal Achi sea un relato sobre el poder, ¿no?

Sí, es eminentemente político, no encontré yo en el Rabinal Achi, al contrario de otros colegas, dimensiones religiosas, dimensiones cosmológicas, dimensiones mitológicas, no describe la creación del mundo, la génesis, la lucha de las fuerzas del mal contra las fuerzas del bien, sino que describe una transición entre dos períodos, uno durante el cual el Guerrero es el que manda la vida política, que conquista, que mata, que siempre está en movimiento, corriendo por todos lados; y un nuevo período durante el cual el poder está sentado en su lugar, cuando el Rabinal Achi trae de regreso a su rey que fue raptado por Quiché Achi, y lo vuelve a establecer en Kajyub, es el período en el que el Guerrero está al servicio del Rey y ya no como un electrón libre.

En tu experiencia con la comunidad en Rabinal, con la familia que lo preserva, ¿cómo has visto tú que lo ven ellos?

Realmente no sé cómo lo ven ellos. Puede ser sorprendente, pero con don José León Coloch trabajamos mucho tiempo juntos. Pero más bien sentí que era como una historia para ellos, como un cuento, no como un mito o una construcción realmente política, sino como una historia donde hay dos enemigos, una batalla entre el bien y el mal. Pero lo que vi que les interesaba más era dónde pasaban las cosas, toda la disposición toponímica. Con don José León fuimos a ver cada lugar donde pasan las cosas en el texto, hay algunos que no logramos reconocer o identificar, pero dos terceras partes sí, y eso era lo que fascinaba a don José León, más que la conexión política.

Es un texto eminentemente laico, aparte de las riferencias al Cielo y la Tierra como referentes superiores, no hay realmente contenido religioso en este texto. Ellos lo ven como algo sagrado, hay que repetirlo y volver a hacerlo, porque además la acción del pleito se desarrolla en Kajyub –el cerro, altar y sitio arqueológico en Rabinal-, el lugar donde los personajes bajaron con la conquista y que representa la reducción de las comunidades indígenas con la colonia; en ese sentido, ven al Rabinal Achi y sus personajes como un pueblo de antes del Sol –de una era anterior-. Cada creación entre los mayas empuja a la otra, en el Popol Wuj o Los anales de los Kaqchikeles, una creación es cuando establecen sus primeros lugares, “lugares del alba” les dicen, migran y se instalan, se establecen en algún lugar, depositan sus Envoltorios Sagrados, que son sus divinidades, lo depositan y ahí el Sol se levanta. Entonces, el Rabinal Achi muestra que cuando el Rey está establecido en Kajyub es un cambio de paradigma, es decir, pasar de la guerra para pasar a la agricultura y a la paz; y cuando llega el español otra vez los de Rabinal son rechazados en la oscuridad primordial a beneficio de Achi Ajaw -El Sacramento del Altar-, entonces cada cada creación empuja a la otra en la noche primordial.

En la presentación contabas que cuando el manuscrito llegó a tus manos, la primera fase de la traducción duró 10 días, y luego 10 años para terminarla, quizá si nos cuentas un poco cómo llegaste al manuscrito y cómo fue esta relatividad del tiempo de la traducción.

El texto me llegó cuando estaba yo trabajando con don José León Coloch sobre textos de discursos rituales que yo había grabado anteriormente, puesto que dejé de trabajar en Rabinal de 1980 a 1986, y este es material de antes del 80 pero no había tenido tiempo de transcribirlo y traducirlo. Cuando regresé, en el 86, conocí a don José León que fue un traductor excelente, con exégesis de cada término, buscando traducciones de las palabras en otras formas de discurso, por ejemplo. Entonces un día trabajando sobre un discurso ritual, que llaman de Velación de máscaras, donde todos los bailes exponen sus máscaras, y los tinientes, que son los especialistas de la palabra ritual, hacen un discurso para reintegrar todas estas máscaras dentro del contexto geográfico. Entonces citan un montón de toponimias, dan la vuelta al paisaje, al próximo y al lejano, hay referencias al Volcán de Fuego, a Esquipulas. Y preguntando a don José León sobre estos lugares, él me dice “espérame un ratito”, y se levanta, me deja solito en la mesa de trabajo. Regresó con un cuaderno y ahí estaba el texto del Rabinal Achi, una copia, porque seguramente hubo varias, esta es de 1913; podemos suponer que cada cierto tiempo, por la lluvia o la humedad se deterioraban las copias y se hacían nuevas. Entonces fue para mí una emoción tener el objeto, un cuaderno empastado en cuero, que cuidan muy bien. Desde el 78 tenía una experiencia mejor en términos linguísticos, y era capaz de discutir la traducción con él, en una relación dialógica, esa primera parte duró 15 dias, durante el cual hicimos una traducción al hilo del texto, con muchas dudas, porque el problema es que el contenido es del siglo XV, no tiene ninguna referencia que se pueda relacionar con la presencia de la religión católica o la de los españoles, no hay ninguna palabra de origen español, realmente es un texto prehispánico en su contenido. Este texto desarrolla valores, entidades, toda la problemática de la guerra, del guerrero, del rey, todo esto ya no es de actualidad, entonces la gente de hoy traduce las cosas a su manera, en el contexto de hoy, así hay varias palabras que yo después redescubrí a través de los diccionarios del siglo XVI que era un quiché más cercano al del Rabinal Achi.

Imagino que en ese proceso don José León estaba teniendo también un gran viaje lingüístico.

Todo lo que yo encontraba en el diccionario se lo contaba a él para ponerlo como una alternativa de traducción, y a veces me decía “está bien, sí, eso es”, y a veces “no, no creo, eso es su responsabilidad, yo no comparto esto”, y así nos fuimos, poco a poco, paso a paso, 10 años. Lo empezamos a trabajar en el 86 y la primera edición en francés salió en el 94.

Ocho años de trabajo en el texto mismo, pero también había trabajado antes, es una inversión de una vida, entonces esa inversión no se cuentra en meses, ni en años. Por eso digo 10 años para tener una cuenta redonda.

¿Cómo llegas a don José León?

Encuentros. Yo conocía a mucha gente de las cofradías y también de boca a oreja, uno se encuentra a alguien que te dice “para esto sería muy bueno que hablara con José León”, a quien por cierto mucha gente llamaba José León Tum, porque él era el dueño del tum, del baile de las trompetas. Esto es un aspecto muy interesante porque establecen una relación de eponimia entre el Rey y el lugar, o entre José León y Rabinal Achi, eran consustanciales.

Es también un reconocimiento.

Y después el reconocimiento fue más formal, digamos. Primero fue reconocido como Patrimonio cultural de la nación, y luego declarado como Obra maestra de la tradición oral e intangible de la humanidad por la Unesco en 2005, e inscrito en la Lista representativa del Patrimonio de la Humanidad en 2008.

Y con don José León, ¿el idioma común era el español?

No, no, él hablaba quiché en casa, con su esposa doña María, que es la verdadera heredera del texto. Es que el texto lo tenía el suegro de don José León, don Esteban Xolop, cuando yo llegué a Rabinal en el 78 él era el dueño de la copia del Rabinal Achi, pero mi interés no estaba en esto, lo conocí muy bien pero no me acerqué a él por el Rabinal Achi.

Don Esteban tuvo cuatro hijos, creo, entonces pasó el texto a su hijo Eugenio Xolop, que murió un mes después que él y de ahí pasó a María Xolop, esposa de don José León; al morir este último, su hijo, José Manuel Coloch, quedó a cargo del texto y de la danza.

El problema también es que hay muchas controversias, celos, en cuanto a la posesión del texto, hasta dentro de la familia ha habido conflictos. Es un objeto alrededor del cual hay una mezcolanza de envidias porque la gente cree que don José León se hizo rico con esto, que no es el caso. Además el problema es que siendo reconocido a nivel nacional y luego a nivel internacional, el Rabinal Achi de ser representado cada 13 años -antes, en el tiempo de don Esteban Xolop, por un ciclo de calendario-, bajo presión del Ministerio de Cultura y de la Unesco, pasó a ser presentado cada año. Entonces era un cargo financiero, psicológico, energético para don José León. Y eso cambió un poco la dinámica porque se folclorizó un poco el Rabinal Achi, tenían casi la obligación de presentarlo en Cobán, en Guatemala, o en el extranjero en Canadá o en Francia, volviéndolo una pieza teatral, de regocijo, totalmente excluido al contexto original.

En tu texto aludes a la traducción previa que había, que al español traduce -del francés- Luis Cardoza y Aragón. ¿Qué diferencias crees que tiene tu trabajo con los previos?

Cardoza y Aragón tradujo del francés al español el trabajo de George Raynaud, y anteriomente estaba la edición de Brasseur de Bourbough, quien fuera párroco de Rabinal, y es él quien redescubrió el texto para el mundo exterior -no para los de Rabinal-, que dio a conocer la existencia del Rabinal Achi en los años de 1860. Al ver tanto la versión de Brasseur como la de Raynaud-Cardoza y Aragón, me resulta interesante ver esta tradición francesa (-Bueno mírate; -Sí (risas), habría que analizarlo; -también estaba Artaud con los tarahumaras comiendo peyote), eran traducciones lineales, palabra a palabra.

Por ejemplo, cuando habla un guerrero con su rey, de vez en cuando hay una expresión que no es dirigida a él, sino que el guerrero habla con el otro guerrero que está afuera, y esos detalles no los trabajaron ellos. Entonces hay, realmente, un trabajo de reinterpretación del texto a base de la gramática. Otro ejemplo, de entrada, el Guerrero Quiché, que está muy enojado, tutea -hay dos formas de referirse al interlocutor, una con el tú, y el otro con el vos-, entonces el guerrero emplea las dos formas en el primer pasaje, en la primera réplica, y en 10 líneas tenemos ya los 3 protagonistas, porque el “tú” es hacia el rey, cuando el “vos” es al Rabinal Achi; él no dice “vos Rabinal Achi”, dice directamente “vos que me hiciste”, pero en ese cambio de pronombre se ve ya también que hay una escena entre tres protagonistas, esto, por ejemplo, es algo que no se había visto en las otras traducciones.

Entonces este tipo de análisis gramatical también me ayudó mucho a separar las descripciones de algunos hechos narrados por los protagonistas, porque no hay un narrador exterior que te diga “el guerrero se enfrenta al otro y dice esto o dice esto otro”, no. Son diálogos ininterrumpidos, entonces a través de la gramática puedes hacer la diferencia entre los diálogos de una persona a otra, pero también los pensamientos interiores del que habla, o también la repetición del discurso referido. Este es un punto imporante porque se van repitiendo siempre, uno de los guerreros repite con variaciones, estas hacen que el relato se adelante, camine, no son simples repeticiones, son significativas, repeticiones que entran dentro de la retórica tradicional de los mayas, pero que también es un soporte de la narración.

Todo esto no aparece en las versiones de Brasseur y Raynaud-Cardoza y Aragón, y le da una riqueza mucho más interesante al texto, por eso utilicé cambios tipográficos para marcar los cambios de locución, cuando eran diálogos sencillos, o cuando de repente dentro del diálogo el que habla está repitiendo pensamientos internos en el momento en el cual hizo la acción de la cual está hablando. Es una complejidad tremenda.

Y esto me lo dio el análisis gramatical-morfológico del texto, y por eso tenía que publicar este libro, restaurar para el lector este análisis morfémico y gramatical, porque me parece muy importante.

Hay varios niveles de comparación para el lector en la edición, dejando del lado mi introducción y el análisis -inicio y final del libro, respectivamente-, tenemos una parte facsimil del cuaderno -manuscrito Pérez, 1913-, después la versión bilingüe, la transcripción siguiendo las normas de la Ademia de Lenguas Mayas -bueno, más o menos porque no estoy de acuerdo con ellos en algunos aspectos y hay un montón de notas para explicar las elecciones que hice yo-; así aparece el texto en quiché transcrito del facsímil, y el lector puede ir a ver, a comparar, el escrito de manera morfemática, es decir, mostrando las raíces, la sintaxis. Mostré la transcripción pero no “palabra por palabra”, sino analizando ya la formación de las palabras; y del otro lado, en la página de enfrente la transcripción en español.

Ese es el segundo nivel de comparación, seguí la misma disposición de los versos de manera que el lector pueda comparar, línea por línea, la traducción. Y al final incluí un glosario, donde aparecen las principales nociones que se ven el texto, las raíces verbales, nominales, etcétera; y lo que dicen los diccionarios antiguos. Es decir, el lector puede tener toda la materia a partir de la cual se justifica mi traducción.

Y en la parte del análisis qué va a encontrar el lector

Quise presentar en la introducción los aspectos que permitían entender el contexto histórico, entender los aspectos formales, como el paralelismo que es una cosa muy compleja y sistemática en la retórica maya, mostrar los diferentes tipos de paralelismos: el de cercanía, por ejemplo, cuando dices “el cielo y la tierra” para hablar del univero, o “la montaña y los valles” para hablar del paisaje, del mundo; o paralelismos de difracismo, dos palabras juntas para decir un tercer concepto, como “el fuego y el agua” para decir “la guerra”, son dos elementos que son antagónicos. Hay toda una serie de figuras retóricas en estos paralelismos, pero también se reproduce a nivel superior, por ejemplo hay paralelismo de pares -una palabra con otra palabra-; hay un paralelismo gramatical -he hecho esto, no he hecho esto- positivo-negativo; hay enumeraciones, y finalmente, hay un paralelismo a nivel de texto, es decir, el Rabinal Achi, Quiché Achi y Job Toj, los tres protagonistas, los dos guerreros y el rey, tienen el mismo número de réplicas pero distribuidas en todo el texto; entonces tenemos todo un juego de paralelismo a nivel de globalidad del texto.

Esto que acabas de describir, que a su manera lo hizo Sam Colop, con su trabajo sobre la retórica quiché, y que, revela una poética maya compleja, profunda y bella. Cuando uno escucha estas explicaciones pareciera que un proceso como la construcción del Rabinal Achi fuera un proceso matemático, esto es producto de la cultura, muchas de estos elementos están absolutamente interiorizados hasta el día de hoy en el habla cotidiana, no es un tema de laboratorio.

Sí claro, aunque hay una diferencia. Yo he trabajado mucho este pararelismo en Chiapas y en Guatemala, el paralelismo es una expresión de la emoción, cuando estamos en el ritual quienes hablan están en una emoción tremenda porque hablan de tiempos remotos, de entidades potentes, no quiero hablar de deidades, prefiero hablar de potencias en el mundo. Entonces ese tipo de discurso llama al paralelismo como una especie de pasaporte entre el locutor y el mundo sagrado. Cuando en la conversación normal, clásica, el paralelismo aparece no es tan relevante, ni tan frecuente. En el Rabinal Achi es sistemático, si hay 5 frases que se siguen sin paralelismo es una excepción.

Entonces el paralelismo es una manera de expresar el calor del corazón, de expresar la emoción frente a cosas importantes, estamos en el ritual, por eso digo que el Rabinal Achi tiene su esencia en la representación ritual del poder, estamos hablando de cosas graves, y ahí va el paralelismo.

Esta naturaleza lo vuelve también una especie de canto, no en un sentido musical sino en uno poético, un texto de largo aliento con una retórica, estructura y función específicas.

Sí, claro, no es una poesía del sonido como aparece en el occidente,  sino una poesía del sentido, aunque a veces hay pasajes que dejarían pensar que no era poesía insensible al sonido, pero más bien es una manera de describir el mundo a través de sus componentes.

No hay palabra para el mundo, ahora dicen “santo mundo” pero es una palabra española, en quiché juyub-taq´aj, montaña-valle, ya sea como elementos complementarios, o como elementos antagónicos, o como sinónimos, hay toda una serie de figuras metafóricas en estos textos, y sí, es una forma de poesía.

En esta parte de la poética, los paralelismos generan estructura, generan ritmos pero no es una métrica, como la literatura occidental traduce, es otra cosa

Claro, no hay alejandrinos -versos-, o algo por el estilo, es una poesía mucho más libre en cuanto a la forma, pero también con procesos instaurados de no decir cualquier cosa, pero tiene su retórica clara.

El hecho de que el texto salga de nuevo ahora en Guatemala, también es una forma de reencuentro para nosotros, refiriéndome concretamente al caso del alto porcentaje de guatemaltecos que no hablamos idiomas mayas, que conocemos la cultura de una forma superficial y hacia abajo, es decir, pudiendo profundizar pero siempre desde afuera, aunque participes de las tradiciones, de elementos históricos y personales, pues estás haciendo un proceso de afuera hacia adentro.

Y quizá era necesaria esa vista exterior, mucha gente me pregunta “usted como francés qué derecho tiene de trabajar un texto en quiché”, sino hubiera esta mirada exterior, no tendríamos epigrafistas para leer los glifos mayas, ni historiadores o lexicógrafos para trabajar los manuscritos del Mar Muerto. Yo creo que el Rabinal Achi entra en esta categoría de literatura universal, entonces el universo está abierto, cualquier puede trabajarlo con un conocimiento básico de la lengua. Yo no hablo quiché, lo entiendo, lo escribo, yo transcribo mis casetes ahora solito, pero no soy capaz de hablar cotidianamente, es otra gimnasia intelectual.

Al escuchar cómo ha sido tu proceso de traducción pienso precisamente en la lógica del escritor, de la creación, traducir es también crear, ¿no?

Claro, la traducción es traición y recreación, además como lo subrayó Jorge Mario Martínez -el traductor al español de esta edición- traducir del francés al español no era fácil porque son dos idiomas que no tienen las mismas carácterísticas. La traducción también es parte ya de la interpretación y no puedes salir de esa trampa, yo he reorientado ligeramente ciertas traducciones no para que me den la razón en mi interpretación, sino porque veía en ellas una lógica, y no era una “traición”fuerte, es decir, en lugar de traducir una palabra quiché con una palabra francesa o española, lo que me interesó a mí fue buscar en los diccionarios antiguos todos los significados posibles de una palabra y ver no los sentidos particulares, sino el dominio semántico, y ahí dentro de ese dominio podía yo escoger la mejor forma que correspondía al pasaje en cuestión.

Por ejemplo te hablaba de juyub-taq´aj, montañas-valles, puede ser una descripción del paisaje local, de lo que ves; pero puede ser también el mundo en su integralidad, puede ser un país, entonces, según los contextos en el texto, a veces dos paralelismos de juyub taq´aj cercanos uno del otro, puedes darles una traducción ligeramente diferente, porque no trata de la misma cosa, pero se mantienen en el mismo dominio semántico.

Y bueno, es un fenómeno natural de todos los idiomas, pero particularmente de la cultura maya, hay bastante literatura que demuestar que la polisemia en la cultura maya es un tema que va más allá de lo literario.

Sí, esa forma de hablar por paralelismo, por difracismo es también una visión del mundo, una visión poco dualista. Quiere decir que el mundo no es una cosa sencilla, única, sino que está hecho de elementos que se complementan, se contradicen.

Finalmente, regresa a los lectores guatemaltecos este libro, qué impresión te da esta nueva edición.

La primera edición en español salió en 1999, lo hice imprimir por Caudal, una editorial que ya no existe, y el Centro de estudios mexicanos y centroamericanos -Cemca-; claro está, en 20 años se agotó y es una buena señal. En Guatemala el problema de la lectura es grande, mucha gente te habla del Rabinal Achi, pero no lo hemos leído nunca, no sabemos de lo que habla. El Popol Wuj es igual, para mucha gente es una referencia, pero es tan inaccesible que no lo leen.

Y además son textos que requieren de un acompañamiento, me atrevería a decir que hasta en su naturaleza original necesitaban también esa mediación

Sí, claro, además el libro que yo saqué de todo esto es muy espeso, 400 páginas, supongo que no todos van a entrar en esto, porque es una gran complejidad. Y yo nunca busqué simplificarlo, al contrario, busqué mostrar la complejidad del texto.

Y qué te provoca volverlo a ver circular.

A mí me llena de alegría verlo publicado otra vez. Busqué varias casas editoriales para reeditarlo, pero finalmente Philippe Hunziker de Sophos, me lo propuso, y acepté con mucho gusto.

Y la ventaja es que, tal cual lo dijiste, el libro contiene toda la receta -contexto, análisis, facsímil, transcripción y traducción-, está toda la materia necesaria.

Sí, y eso siempre fue una insistencia mía, y Philippe lo aceptó, y en eso me agrada totalmente la reedición tal como era, es decir, con las diferentes partes. En algún momento consideramos quitar la parte facsimilar para economizar páginas, papel, pero se descartó.

¿Entre otras cosas porque el libro tal como está permitiría una nueva traducción?

Claro, yo no pretendo haber hecho la edición definitiva. El manuscrito sigue en su lugar, ahí está en Rabinal, sigue su trabajo como libreto de la danza y es de ellos, no es mío. La traducción pues es mía pero no es intocable, y la interpretación menos aún. Entonces no hay nada definitivo, y eso es el privilegio de los grandes textos, de poder tener varias interpretaciones según el hilo que jalas.

Que además, dicho sea de paso, muy pertinente a la visión mesoamericana de la cultura, que siempre es una cuestión de núcleos duros comunes e interpretaciones las que quieras.

Y hasta esta cuestión del paralelismo entre los mayas de hoy; en los discursos rituales que he trabajado tanto en Chiapas como en Guatemala están estas obligaciones, estas formas muy fuertes que imponen a los textos rituales, pero cuando comparas dos textos dichos por dos ajqij diferentes o por dos abogados de Rabinal, hay una invención individual dentro de ese cuadro muy fuerte, hay una posibilidad individual de utilizar otros paralelismos, de hacerlos aparecer en otras oportunidades, es realmente una forma muy interesante.

Y hay una parte muy individual en todo esto, el Rabinal Achi ya no es un texto oral, está fijado por la escritura, entonces ahí van repitiendo antes de presentar el baile. El grupo de los bailadores se reune habitualmente, van a ciertos lugares especiales para hacer los rituales necesarios para que todo pase bien durante la fiesta, pero es un texto que respetan a la letra. Cuando en la tradición oral hay un respeto en la forma pero no es tan riguroso como en el Rabinal Achi, la escritura fija todo, y en este caso es una suerte porque quizás ya no existiría. Cuántas cosas que desaparecieron que ya nunca podremos entender o conocer de los textos antiguos, orales, y ese texto por haber sido escrito, tiene esta fuerza de manetenerse como referencia.

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